miércoles, 6 de agosto de 2008

Los espectadores (y sus inquietudes)

a continuación una nota en tono reflexivo publicada en la revista de cine El Amante en el mes de julio.


Contra los bovoespectadores

por Gustavo Noriega



Desde hace tiempo, además de su actividad crítica, El Amante se viene ocupando del mundo circundante a las películas. Han aparecido en nuestras páginas consideraciones tanto sobre los festivales como de los problemas de distribución, las condiciones de exhibición, la política del Instituto de Cine, etcétera. Así, manteniendo nuestro núcleo central que ha sido y sigue siendo las películas, hemos discutido con entusiasmo y hasta ferocidad el sistema que permite que la oferta de estrenos de cada semana sea tan escuálida y monótona, que las obras nacionales pasen sin pena ni gloria por las pantallas, el precio abusivo de las entradas y otros asuntos afines. Hemos considerado muchos aspectos de la industria del cine pero hay uno que rara vez hemos tocado: los espectadores.

Ha llegado la hora de decir que uno de los factores que ha contribuido a aplanar el mundo cultural en general y especialmente lo que se relaciona con el cine es el de la molicie del público. La gente que consume cine en nuestro país se ha convertido, en apabullante mayoría, en una manada de ovejas, que se comporta de manera estúpida y dócil. Consume lo que le dan. Como vacas pastando en la pradera se dirigen al montículo de pasto más cercano, al más llamativo, sin preguntarse nada, sin cuestionarse nada y rumian, complacidos, su perezosa satisfacción. Los que pueden seguir consumiendo cine pagan fortunas entre entradas, estacionamiento y pochoclo y actúan como si el único reaseguro ante tanto costo fuera ir a lo seguro y ver las películas de las que todos (los medios) hablan.

El público de nuestros días ha perdido totalmente la curiosidad. Nada le resulta más tranquilizador que lo repetitivo y trivial. Consume cuatro o cinco estrenos por año, los más ruidosos. Cualquier propuesta que se salga de esa norma le resulta extraña. Como reflejo automático y representando su sistema de ideas, el espectador bovino dice que rechaza al cine iraní, ignorando no sólo lo que se está perdiendo sino el triste hecho de que actualmente no podría ver películas originadas en ese país ni aunque quisiera, ya que no se estrenan ni se editan en DVD. “Yo no veo cine argentino”, agrega, orgulloso, poniendo en pie de igualdad a Enrique Carreras con Lucrecia Martel.

Si el único signo vital del espectador bovino (a partir de ahora, el “bovoespectador”) fuera el de rechazar al cine de vanguardia minimalista representado por el cine iraní o el nuevo cine argentino, estaríamos ante la misma situación de diez años atrás. En aquella época la distribución de películas ignoraba que existieran países más allá de Estados Unidos y Francia, mientras el cine argentino agonizaba sin espectadores. Pero hemos retrocedido más aún y el bovoespectador ahora no solo rechaza cualquier cosa que huela a vanguardia sino que ni siquiera tiene paciencia para comedias adultas, películas políticas o dramas de pareja, por más industrial y mainstream que sea quien las genera.
Veamos algunos ejemplos de la degeneración del gusto popular. Cuando sorpresivamente apareció Nueve reinas, todos estábamos contentos: el cine argentino recuperaba la capacidad de instalarse en un género y agradar tanto al público como a la crítica. La segunda película de Bielinsky, realizada cinco años después, El aura, trataba de correrse un poco de ese lugar. Manteniendo el aire y el argumento de un policial, generaba un clima más extrañado, al que el espectador debía sumarse para dotar de sentido. Muchos de los bovoespectadores se sintieron defraudados, quejándose de su ritmo, de su falta de acción y de su ambigüedad. La sola idea de que algo del sentido de la película pudiera correr por cuenta del espectador les resultaba tan amenazante como si los personajes bajaran de la pantalla para sacarles sus billeteras. Mucha menos gente que Nueve reinas vio El aura.

Para dar un ejemplo que nos muestre que lo que sucede no es un fenómeno meramente local, recordemos el caso de Peter Bogdanovich. En 1971, La última película, su sorprendente segunda película, resultó un suceso inesperado en Estados Unidos recibiendo ocho nominaciones para el premio Oscar. Hoy sería una película para el circuito de salas de arte y ensayo, con alguna proyección internacional en los festivales.

No podemos seguir quejándonos de las condiciones de exhibición, del aluvión de copias que copan un porcentaje enorme de las salas con películas de magos, superhéroes o de animación digital, de la anomia del periodismo si no contamos con un público ansioso de cambio, expectante, curioso, inquieto, anhelante de novedades. Con este público, no sabemos si vale la pena luchar por la diversidad del cine. Las notas siguientes apuntan a ellos, a los bovoespectadores.

viernes, 1 de agosto de 2008

CICLO DE CINE ARGENTINO





Lugar: Medioteca de Villa María
Hora: 20.30
entrada gratuita

Con la proyección de “El Asadito”, del director Gustavo Postiglione continúa en la Biblioteca Mariano Moreno el Ciclo de Cine Universitario organizado por la UNVM. La proyección será el martes 5 de agosto a las 20,30 horas. La séptima etapa de este ciclo se denomina D.N.I (Directores Nacionales Independientes)


“D.N.I.”
DIRECTORES NACIONALES INDEPENDIENTES


5 de Agosto
- El Asadito – (2000) –
- Gustavo Postiglione

12 de Agosto
- Picado Fino – (1994) –
- Esteban Sapir

19 de Agosto
- Bolivia – (2001) –
- Adrián Caetano

26 de Agosto
- Historias Mínimas – (2002) –
- Carlos Sorín